miércoles, 1 de febrero de 2012

La amatista del dragón

En tren de creer en algo, uno cree en lo que quiere o en lo que se permite creer, sin pruebas. Total…nadie ha visto ángeles y sin embargo tienen multitud de seguidores. El hecho es que yo soy atea y si debiera creer en algo, no sería precisamente en un Dragón. Pero…
En octubre surgió la oportunidad de ir a un congreso en Foz de Iguazú. Cerca de Cataratas pensé, ¡nueva maravilla del mundo!, y ahí nomás decidí que el congreso era importantísimo. Lo era, fue muy interesante y agotador, de modo que pareció buena idea descansar media mañana y hacerme una escapadita al lado brasilero de las Cataratas.

Brasil las tiene dispuestas como para una postal, se las ve todas juntas, de una, en un recorrido muy interesante que lleva poco más de una hora. Vuelta al hotel donde se realizaba la convención me dispuse a completar la última jornada científica que se coronó con una estupenda cena al borde de la pileta, con vino incluído.  Todo mundo contento con la sociabilización y la actualización que derivan de estos encuentros… y con el etílico. Menos yo.
A mí no me gusta el vino, en general no me gusta el alcohol. Siempre me pregunté por qué no me gusta. Últimamente, me pregunto por qué le gusta a los demás. Evoluciones de la edad que le dicen.
Al día siguiente, día de la partida y de posible aprovechamiento del hermoso paisaje del lado argentino de las Cataratas…lluvia, tormenta, relámpagos y todo el arsenal del Olimpo y de los panteones asiáticos se descargó en la ciudad. No hubo visita al lado argentino y mascullando la bronca me quedé dormida en el viaje de regreso a Buenos Aires. Pero no fue muy lejos de Puerto Iguazú cuando desperté sacudida por mi peor es nada. 



Él es irresistible cuando se propone algo, de modo que hicimos la visita a las minas de Wanda y tocamos esas hermosas geodas de amatistas que me hicieron sentir tan bien.  

Se dice  que la variedad violeta del cuarzo, la amatista, era la piedra preciosa que ordenó Dios para  los cimientos de la ciudad celeste vista por San Juan y descrita en el Apocalipsis.    Los griegos le adosaron otra historia que sí tiene más relación con mi natural aversión al alcohol y hasta su nombre tiene que ver con ello, proviene del griego amethystos (sobrio).

Según una antigua leyenda, Amatista era el nombre de una ninfa de extraña belleza que tuvo la desgracia de despertar la admiración de Baco en una de sus orgías. Horrorizada ante la idea de tener que compartir la pasión de tal amante rogó con tanta fuerza a la diosa de la castidad que ésta la transformó en una gema brillante cuando Baco se acercó a abrazarla. Sorprendido y humillado, Baco dio a la joya su color preferido, el del vino, y en recuerdo de la hermosa Amatista y de la lección recibida decretó que las piedras violetas tendrían el poder de proteger contra los efectos de la embriaguez. La leyenda fue tan famosa que la amatista pasó a ser considerada como un amuleto contra los efectos del alcohol. No se sabe si Aristóteles estaba bajo vapores etílicos cuando dijo que colocada sobre el ombligo de un ebrio tenía la capacidad de absorber los humos del vino y de devolver la lucidez al embriagado.   Los antiguos romanos  fabricaban copas de amatista grabando en ellas la cabeza de Baco,  mas considerando la fama de sus orgías y borracheras parece que la amatista no tendría tanto poder. 
Oriente también la tuvo en alta estima: entre sus virtudes figuraba  la de proteger los campos de las tempestades y de las langostas y en  los claustros de los monasterios budistas enclavados en las faldas del Himalaya acostumbraban usar rosarios de tales piedras.
Pero reitero, soy atea, y lo mío es más proclive a analizar  la física involucrada con esta piedra preciosa que a creer en leyendas. Me gusta más conocer los efectos que pueden tener sobre ella algunos procesos físicos.
     El calor tiene una influencia muy notable sobre el color de las amatistas y la decoloración bajo los efectos del mismo es una vieja conocida de los especialistas. Por ejemplo, se vuelve incolora entre los 400ºC y los 480ºC  mientras que a 500ºC toma un color amarillo incluso pardo, que después del enfriamiento resulta aún más intenso (amatistas quemadas o cuarzo citrino).
     Los rayos X y los rayos catódicos devuelven parcialmente el color original a estas amatistas amarillas o pardas, mientras que los rayos del radio (sí, el de los Curie)  consiguen reproducir el mismo tono anterior.

     El francés  Berthelot  (recordado por los porteños en una cortada del barrio de Villa Urquiza) consiguió unos resultados curiosos a este respecto sometiendo una botella de cuarzo fundido, incoloro, con trazas de manganeso, a la radiación del radio. Al cabo de algunas semanas pudo apreciar el comienzo de una coloración violeta. La botella había sido expuesta antes a la luz artificial normal durante 1 año sin que se apreciaran cambios en su color por lo que el cambio podía atribuirse directamente a la acción del radio.        Los efectos de luminiscencia de las diferentes radiaciones sobre la amatista se pueden resumir de la siguiente manera.





  Cuando volví a Buenos Aires y conté mi bienestar al tocar las geodas (debido muy probablemente a que me dormí una buena siesta antes de entrar a la mina y a que nunca había entrado a una, ni a una que tuviera tan hermosas gemas casi a flor de la pared) surgieron todas las informaciones esotéricas que se les  ocurra.
Que fortalece los sistemas endocrino e inmunológico, que mejora la actividad del encéfalo derecho y las glándulas pineal y pituitaria. Que es un poderoso purificador de la sangre y regenerador de energía y ayuda en desórdenes mentales (me hubiera traído unos cuantos kilogramos, pero son caras). Que purifica y regenera todos los niveles de conciencia y con sus vibraciones sedantes, equilibra el cuerpo cuando hay alteraciones de sueño y ayuda a sobrepasar espejismos. Que es excelente para meditar, tiene cualidades calmantes y fuertemente protectoras. Sanación, amor divino, inspiración, intuición y todos los ción conocidos, además de poder de influir en los ambientes haciéndolos más agradables y sinceros y creando armonía.
Para cuando ya me la estaban indicando para el tratamiento del asma y de los trastornos cardíacos y se me estaban abriendo y   fortaleciendo  los  chacras de la cabeza, basal y del bazo...


creí ver un atisbo de luz.

Tiene afinidad con algunos signos del zodíaco, me dijo mi amiga.  Por ejemplo con Piscis, Aries, Cáncer, Leo, Virgo, Capricornio, Acuario, y con vos, Libra.
Ajá, algo que ver conmigo me dije, que me mantengo en Libra aunque haya aparecido Ophicus que me reclama. Pero no, aún no podía creer del todo.

Sin embargo, después de las fiestas de fin de año y ante el advenimiento del año chino del Dragón, se vino la revelación: 
¡La amatista es la piedra favorita del Dragón…!
Y yo soy atea sí, ... 

¡pero también soy Dragón de Agua!
                       龍




2 comentarios:

  1. Hola!

    Empezó muy bonito, lo fuiste llevando... y luego derivó en un artículo muy descriptivo e interesante. Muy agradable!

    Un saludo afectuoso!

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