miércoles, 20 de junio de 2012

¿Cuánto valés? (Apólogo atemporal)

Caduceus Al Dr. Ignacio Roseti...una joya de persona



El anillo


 La baja autoestima de un muchachito lo llevó a pedir ayuda a su profesor.  
-Ay Señor, me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Dicen que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que soy tonto y muy idiota. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El profesor, sin mirarlo, le dijo : -Lo siento mucho, joven, pero ahora no puedo ayudarte. Primero debo resolver mi propio problema, tal vez después... 
Y haciendo una pausa dijo: Si tú me ayudas y puedo resolver mi problema rápidamente, quizá pueda ayudarte a resolver el tuyo.

Claro, profesor, murmuró el joven. 
Pero se sintió otra vez desvalorizado.  
El profesor se sacó un anillo que llevaba en el dedo pequeño, se lo dio y le dijo: Súbete al caballo y vete al mercado. Debes vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es preciso que obtengas por él el máximo posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y vuelve con la moneda lo más rápido posible.

  El joven tomó el anillo y partió. 
Cuando llegó al mercado empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, que lo miraban con algún interés, escuchando cuánto pretendía por el anillo. 
Cuando decía que una moneda de oro, algunos reían mientras otros se apartaban sin mirarlo. Solamente un viejecito fue tan amable de explicarle que una moneda de oro era mucho valor para comprar un anillo y otros, intentando ayudarlo, llegaron a ofrecerle una moneda de plata y una jícara de cobre, lo cual fue rechazado. 
Después de ofrecer la joya a todos los que pasaban por el mercado, y abatido por el fracaso, montó en el caballo y regresó. 
Hubiera deseado tener una moneda de oro para comprar él mismo el anillo, librando de la preocupación a su profesor y pudiendo así recibir su ayuda y consejos. 
  Entró en la casa y dijo: Profesor, lo siento mucho, pero es imposible conseguir lo que me pidió. Tal vez pudiese conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que se pueda engañar a nadie sobre el valor del anillo.  

Importante lo que me dices, joven, le contestó el profesor sonriente. Primero debemos saber el valor del anillo. Vuelve a subirte al caballo y vé a ver al joyero.¿Quien mejor que él para saber el valor exacto? Pero no importa cuanto te ofrezca, no lo vendas.Vuelve aquí con mi anillo.  
El joven fue a ver al joyero y le dio el anillo para que lo examinara. El joyero lo examinó con una lupa, lo pesó y le dijo: 


Dile a tu profesor que si lo quiere vender ahora no puedo darle más de 58 monedas de oro.
¡¡58 MONEDAS DE ORO!!, exclamó el joven. 

-Sí, contestó el joyero, y creo que con el tiempo podría ofrecerle cerca de 70 monedas, ...pero si la venta es urgente ... 

El joven corrió emocionado a casa del profesor para contarle lo ocurrido. -Siéntate, dijo el profesor, y después de escuchar todo lo que el joven le contó, le dijo:  

-Tú eres como ese anillo, una joya valiosa y única. 
Solamente puede ser valorada por un especialista. 
-¿Pensabas que cualquiera podía descubrir su verdadero valor? 
Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo en el dedo. 

MORALEJA: Todos somos como esta joya. Valiosos y únicos, andamos por todos los mercados de la vida pretendiendo que personas inexpertas nos valoren. Busca al especialista y descubre tu valor
 
 
 
UN CACHO DE CULTURA:
Apólogo y fábula no son lo mismo, aunque luzcan muy parecidos. 
Los rasgos característicos del  apólogo son que generalmente se escribe en prosa y es explicativo. Fundamentalmente, sus personajes son seres humanos, no animales, y tiene un contenido moralizante o didáctico que es creíble porque plasma hechos que parecen de la vida real. Este género literario se preocupa  por la perfección interior, la búsqueda de ideales, la reflexión trascendente, el sacrificio y la abnegación por las grandes causas, así como por enfatizar principios elevados.


 

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