jueves, 9 de febrero de 2012

La carpeta


          De la construcción de una casa Juan parece conocerlo todo... Te pone los caños, te arregla el techo, te hace la estructura de la escalera... Todo... 
          Pero si tiene algo en lo que es prolijo mal, como dicen los chicos, es en poner las cerámicas. Derechitas, niveladas, con el pedacito de dibujo correspondiente en esos huecos malditos que te dan a elegir si liso, si no liso...
          Esas virtudes me decidieron. Vamos a cambiar el piso del patio y lo vamos a bajar de nivel... sí... no quiero que el agua entre más por los pasillos cuando estas lluvias de Buenos Aires te inundan hasta el alma porque la maldita rejilla se tapó. 
          Juan ha pasado muchos días trabajando en casa... Yo no lo molesto... No quiero ser de esas viejas hincha pelotas que le dicen a los que saben cómo miércoles tienen que trabajar... 
          Sin embargo, lo noto raro. Debe tener algún trabajo pendiente con mayor premio y es como que se quiere ir... Bueno, qué me importa... Mañana va a arrancar esos viejos mosaicos y bajará el nivel. ¡Por fin! Mi madre, no veo la hora de dejar de preocuparme por esas tormentas... Debajo de la escalera lo dejaremos así como está... Ese será el nivel definitivo del fondo, y luego el nivel bajará y bajará, bien sumergido por acá, a la entrada de los pasillos. 
          Espero no tener problemas... no quiero que suceda otra vez... Bueno, no depende de mí... no puedo elegir. 
          Debo reconocer que estos chicos de Juan son rápidos y trabajan bien... Ya llenaron dos volquetes... mi Dios, qué precios te cobra la volquetería esta... Si vienen, te tiran el envase, uno les tiene que poner los escombros y luego se los llevan... Ja, ¿y dónde los tirarán? Bueno, qué me importa... mañana es el gran evento. 
          Siiiií... el gran día... Juan empezó a hacer la carpeta... 
         Cuánto revuelo, material y más material... Parece apurado... Si yo le pago a este tarado... Me voy a guardar para que nada lo moleste, qué sé yo, el tipo es raro, y yo me voy a guardar. 
          Marga vino de visita justo hoy... Le voy a mostrar a estos hombres sudorosos en plena tarea... Jajaja... A las solteronas eso les gusta. 
          Vamos, pues... pero... Juan... ¿qué está haciendo? ¿A qué nivel está haciendo la carpeta? ¿Va a quedar todo más arriba que antes? 
           Juan... Juan... usted se confundió... yo le hice romper los mosaicos para que todo baje... Juan... 
         ¡¡Ah, no!! Me larga el tipo... ¡¡Yo no puedo trabajar así!! ¡¡Yo dejo todo y me voy!! 
           Juan, por favor... ¡¡No, no, ya no tengo más tiempo!! ¡¡¿Qué quiere que haga ahora, que lo baje?!! Y sí, Juancito, sí. No, señora. ¡Basta! Lo termino así y me voy. 
            De pronto... el material se movió, solo se movió, y Juan, sin dar crédito a sus ojos, vio como la carpeta lo envolvía y lo hundía y lo hundía, sin que sus empleados notaran lo que estaba pasando...              
            Toda la carpeta se hundió hasta el nivel que yo quería, con Juan adentro. Quedó todo lisito... y a Juan no se lo vio más. Parece que nadie se dio cuenta... Mejor... Tengo que contenerme y no desear más.
 
La Carpeta
Mónica Forte 
FICCION BREVE (CINCUENTA) 
Revista Axxon 199

2 comentarios:

  1. Sos una genia, te las arreglás para hacer realidad tus deseos, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
    Pienso en Juan y recuerdo a Teresita, la jefa de preceptoras,pero ese era otro cuento; te le animás a cualquiera...
    Ay que ser valiente para vérselas con vos, hasta a través de un creativo cuento arremetés a diestra y siniestra.

    El rebaño ¿de qué rebaño pueden hablarte? ♥

    Susana(otra cuentera)

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    1. jajaja Susi... esa división estuvo siempre muy lejos de ser un rebaño. Gracias por los elogios, después te pago...jajaja.

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