miércoles, 10 de octubre de 2012

EBRIEDAD DE DIOS


Jamás voy sola a misa;
me llevo los pecados de mi esposo
 y su esposa, uno o dos
 de mis hijas, alguno de mi hermano
 todos los de mi madre...
hasta llenar el bolso que hace juego conmigo.

Y Dios, distante y sin moverse
parece consternado ante mis confesiones.

Rezo en latín -como hacen las mujeres pecadoras-
y en español castizo, un sacerdote (sin mirarme a los ojos)
me da por penitencia un par de aves marías
que lanzo, pronta, al vuelo.



En casa
sin bolso ni tacones
me sirvo alguna copa de aguardiente 
y observo largo rato un crucifijo.


 Y sé que a Dios tampoco le hace gracia el que vivamos juntos.

 Luis Armenta Malpica





(Este poema obtuvo el primer lugar de los Juegos Florales Nacionales de Santiago Ixcuintla, Nayarit, en 1997).

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